
Las migraciones por razones ambientales se convertirán en uno de los principales problemas políticos de este siglo XXI: un fenómeno complejo con respuestas políticas que actualmente tienden a centrarse más en el impacto de las catástrofes naturales repentinas que en las consecuencias a largo plazo de la degradación ambiental.
Cada vez quedan menos dudas de que el cambio climático causará migraciones forzadas sin precedentes. La generación de gobernantes de los últimos 30 años no ha cumplido con su obligación de ponerle freno y, por muy radicales que sean las medidas que se tomen a partir de ahora, el calentamiento global va a proseguir, porque el carbono que ya hemos echado a la atmósfera seguirá atrapando calor durante mucho tiempo.
Actualmente hay 25 millones de desplazados por causas ambientales y se estima que el 10% de los movimientos de población estaría motivado por factores ambientales. El 92% de las víctimas del cambio climático residen en países empobrecidos. Por ejemplo, Mali casi no emite gases de efecto invernadero, y está entre los cinco países más afectados por el calentamiento global, según el último índice de impacto publicado por la ONU; Estados unidos es el primer país emisor del mundo.
Bangladesh es otro buen ejemplo porque es uno de los primeros países que sufrirá los efectos devastadores del cambio climático, pero los desplazados por el clima en África serán muchos más. Y también éstos se quedarán principalmente en países del mismo continente, pero cierta proporción de ellos vendrá a Europa. No será una proporción alta, pero el número de los que vengan les parecerá una barbaridad a buena parte de los europeos.